Crema de ahuyama o sopita de seda

La ahuyama es uno de esos alimentos a los que tenemos como en “regular estima”, tal vez porque nos resulta muy común y asociada a recetas no muy ricas que eramos forzados a comer en la infancia, pero la señora ahuyama así como la vemos, toda gorda y arrastrada, tiene montones de virtudes: es el fruto más grande de la naturaleza, se produce en el mundo entero, la consumían ya los incas y los mayas pero también en China e India desde tiempos inmemoriales (aún se discute de dónde es originaria).

Hay un montón de variedades que podemos utilizar en platos salados o en postres. Se consumen sus flores, su pulpa y sus semillas. Aún hoy se utiliza para hacer recipientes e instrumentos de cocina. Mejor dicho, es tan generosa como “sus carnes”. ¿Qué tal la de la foto?

Es perfecta para consumirla cuando queremos cuidar nuestro peso (es decir, siempre) ya que tiene poquitos hidratos de carbono y casi nada de grasa, pero nos aporta mucha fibra y mucílagos (que mejoran el tránsito intestinal), es muy rica en beta-caroteno (vitamina A), Vitamina C, Vitamina E y vitaminas del Complejo B (B1, B2, B3 y B6). Con lo que quiere decir que es indicada para la visión, el buen estado de la piel, el cabello, las mucosas, los huesos y para el buen funcionamiento del sistema inmunológico, además de tener propiedades antioxidantes. También favorece la absorción del hierro de los alimentos, aumenta la resistencia frente las infecciones y la recomiendan para ayudar a controlar la hipertensión. Ahh, es rica también en potasio y en menores cantidades contiene fósforo y magnesio. Así que ya es hora de tratarla con más respetico ¿no creen?

La crema de ahuyama o sopita de seda -cómo se la “vendía” a mis hijos cuando estaban chiquitos- es muy fácil de hacer y es exquisita de verdad, no sólo por su sabor si no por su textura única y por su belleza. La recomiendo incluso para invitaciones de “alto turmequé”.

Ingredientes
(5 – 6 porciones)
  • 750 grms de ahuyama
  • 1 cebolla blanca mediana
  • 1 tallo de apio
  • 2 cdas de mantequilla
  • ¼ taza de crema de leche
  • ¾ litro de caldo de pollo o vegetales
  • 100 grms (aprox) de queso manchego.
  • 2 cdas de perejil
  • sal y pimienta
Se sofríen en la mantequilla, a fuego medio, la cebolla y el apio picados "groseramente" (de todos modos la vamos a licuar al final), cuando la cebolla comienza a dorarse añadimos la ahuyama pelada y partida en trozos de 2 cms aprox. Le damos vueltas de vez en cuando hasta ver que la ahuyama ha comenzado a "sudar" (4 -5 minutos más). Se añade el caldo de pollo, un poquito de sal (si la necesita) y de pimienta. Se tapa, cuando comienza a hervir podemos bajar el fuego un poquito. Una vez la ahuyama está cocida (15 minutos aprox), es decir que se deshace casi con tocarla, la apagamos y la dejamos refrescar si la vamos a licuar, pero si vamos a utilizar una "mini pimmer" se puede hacer incluso mientras hierve. Una vez está licuada volvemos a ponerla al fogón más bien bajito, añadimos la crema de leche (puede usarse un poquito de leche en vez de crema), rectificamos la sal y la dejamos hervir un minuto más.
Al momento de servir añadimos a cada plato una o dos cucharadas de trocitos de queso manchego de 1/2 cm más o menos, si no tenemos manchego (mi preferido para esta sopa) podemos usar gruyère, emmenthal o, de los colombianos, queso pera o incluso el costeño, pero con cuidado pues es muy salado. Espolvoreamos el perejil picado y listo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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